De pequeño, la vida de fuera era algo que sentía que no iba conmigo. Pronto encontré en mis referentes femeninos un refugio perfecto para sentirme un poco más libre y certero. El jardín de mi abuela representa ese éden de la infancia al que a menudo vuelvo para acordarme de quién soy.
Cuando mi abuela me dijo que muchas cosas morirían con ella, en referencia a sus plantas, empecé a fotografiar rosas, lirios, claveles, azucenas. Entendí que su amor por las flores era no sólo uno de sus legados, sinó un símbolo de mi parte femenina que sólo había podido sacar en ese entorno de mujeres.
Por otro lado, las flores representan para mí la búsqueda de la verdad y la belleza, algo que, como una flor, en el mundo macho no sirve para nada. Como una abuela, ya en el tramo final. Y en cambio a mí todo eso me ha dado la vida: mi abuela, sus flores y esa belleza aparentemente inútil.
Este proyecto fue publicado en Harpo Magazine.
Edición digital. Barcelona, julio de 2024.